Predecir el futuro es un arte que, para muchos, tiene más de ciencia que de superstición. Y no, no hablamos de saber qué le ocurrirá a una persona concreta de aquí a unos años, sino más bien de intentar dilucidar cómo será nuestra propia sociedad dentro de unas décadas. Es algo que hemos visto cientos de veces en series, películas y novelas, pero pocas han acertado, la verdad. De hecho, las que no se alejan tanto de la realidad y simplemente incluyen algo relativamente futurista en un mundo por otra parte muy parecido al nuestro son las que se llevan la palma. En 2013, el director Spike Jonze estrenó una película que, en apenas unos años, se ha considerado de culto. Her, escrita y dirigida por el propio Jonze, nos contaba la historia de un joven treinteañero que se enamoraba después de casi perder la ilusión por el amor tras un doloroso divorcio. Hasta aquí todo normal… si no fuera porque el tipo se enamoraba de un sistema operativo.
Her nos mostraba un tipo de amor emocional que traspasaba lo físico para centrarse en lo espiritual, en la compenetración de caracteres entre un hombre y una máquina que estaba creada por algoritmos, pero entendía a esa persona mejor que todos los que le rodeaban. En la película, las inteligencias artificiales habían llegado a convertirse casi en conciencias independientes, por lo que podían evolucionar, y como en este caso, enamorarse. No se establecía en qué año ocurría la acción de la película, pero el mundo no era ni mucho menos distinto al que podemos tener hoy en día, salvo por ser un poco más adelantado tecnológicamente. Y aunque nos parezca una locura, lo de salir con un robot o una inteligencia artificial no está tan lejos como parece. Es algo en lo que casi todos los expertos se ponen de acuerdo al mirar hacia el futuro en busca de una respuesta sobre cómo será el sexo en esos nuevos tiempos. La tecnología lo dominará todo, y puede que incluso las relaciones carnales lleguen a ser marginales…